jueves, 20 de junio de 2013

“Técnicamente mejoré mucho”



Maxi Kienitz, atleta becado por la Fundación Fuego Sagrado, ya se encuentra radicado en Mar del Plata y nos cuenta su evolución en levantamiento de pesas.


Maxi entrena duro en el gimnasio Fuego Sagrado para alcanzar sus objetivos.

La frase “mi lugar en el mundo” suele tener aires de cursilería o añoranza. Porque es tan difícil hallarnos cómodos en un espacio físico. Sin embargo,  el pesista Maxi Kienitz de 22 años, oriundo de Pinamar, parece haber encontrado esa frase en su boca. Y hace unas semanas la repite constantemente desde que trajo sus pertenencias a Mar del Plata. 

Para Maxi la decisión “fue bastante complicada”. “Me tomó bastante tiempo decidirlo. Más que nada por un tema familiar. Y también porque tenía todos mis amigos en Buenos Aires, una vida allá. Y yo no conozco Mar del Plata. Es la primera vez que me instalo acá. Habré venido de vacaciones dos o tres veces pero no es lo mismo. El día que iba a venir para acá ya había sacado pasaje y perdí dos micros por pensarlo, pensarlo... Al final dije ´ya está, me vengo para acá y lo hago´. La verdad que estoy muy contento”, señaló con un tono de satisfacción.

El físico de Kienitz impresiona; intimida. Por su corta edad posee una masa muscular muy importante. Carga 200 kg en sentadillas. Una bestia atlética. Pero al estrechar unas palabras con él se puede distinguir la calidad humana y la sencillez que aloja en su interior. Por eso francamente expresó: “Me salió del alma, del corazón. Sinceramente pensé en lo que quería hacer. Creo no haberme equivocado con la decisión de quedarme en Mar del Plata”.

Poco más de un mes lleva el pesista radicado  en la “Feliz” y como es obvio todavía le cuesta adaptarse: “La verdad que todavía me estoy acomodando un poco. Estoy viviendo en una habitación en el Patinódromo. Lo bueno es que estoy a treinta metros del gimnasio. Entreno, como y duermo en el mismo lugar. Eso es una ventaja con otros chicos. Tal vez tienen que viajar mucha distancia o gente que tiene que trabajar y luego entrenar”. 

Una gran meta para el atleta y su entrenador, Matías Bernatene, es llegar en plenitud deportiva, competitiva y física a los Juegos Olímpicos 2020. Sin embargo, “también está la idea de pasar por muchos torneos importantes antes”.


El pinamarense exhibe su fuerza y su técnica ante la mirada de los jóvenes.

“Estamos entrenando duro. Una nueva experiencia, un nuevo entrenamiento. A veces siento dolores, molestias. Termino muy cansado pero sigo igual”, confesó Maxi. Luego agregó: “Soy bastante exigente conmigo mismo. Porque la decisión la tomé yo y tengo que rendir al máximo. No todos los días se puede porque por momentos te sentís muy cansado. Lo principal es que estoy muy contento. Somos un equipo que todos tiramos para el mismo lado”. 

En el gimnasio Fuego Sagrado es costumbre entrenar con música. Ese día la lista de reproducción de la computadora estaba cargada con el unplugged de Nirvana. Tal vez Maxi Kienitz sea ese hombre que menciona Kurt Kobain en la canción  y “que vendió el mundo”. Porque el pesista hizo todo para poder encontrarse donde está ahora. Se siente cómodo con sus compañeros y, en especial, con  su entrenador que según él “le ha dado mucho”. “No sé cómo devolvérselo. Capaz atribuírselo con el entrenamiento. Dejándolo todo. Porque acá técnicamente mejoré mucho”, y con un mirada al piso finalizó la charla.

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